El lógico que se murió de hambre
Se creía que el mayor desprecio hecho a los periodistas procedía de Freud en la historia relatada por Billy Wilder, que antes de hacer cine fue a buscarlo a su casa para hacerle una entrevista. Se apareció Freud con la servilleta anudada al cuello al visitante y preguntó: «¿Es usted el señor Wilder?». «Sí, señor profesor». «¿Y trabaja para la prensa?». «Sí, señor profesor». «Pues ya sabe dónde está la puerta». Pero no se conoce lo suficiente al lógico más grande de la Historia después de Aristóteles, el insondable Kurt Gödel. El genio concertaba cuidadosamente sus citas con los periodistas señalando hora y lugar, y luego jamás aparecía. «¿Por qué hace eso?», le preguntaron una vez. «Porque es la manera más segura que tengo de no cruzarme con ellos».
He de decir que observo con interés y sin formar opinión todavía estos fenómenos redesocialeros, aunque late una sospecha oscura allá al fondo.
La escritura de un artículo vía colaboraciónes de la inteligencia colectiva, que pasan luego por las manos del corrector de (gran) estilo.
El conocimiento googlero, del que soy máximo representante por cierto.
La droga adictiva Twitter, a la que he vuelto para enterarme de lo que preparan las masas.
Escrito el 24.08.12 a las 8:52