Golpe

España morirá por ingesta de conmemoraciones y, como no hay tantas, estamos siempre con los mismos aniversarios un año tras otro, que lo mismo habría que ver de cambiar de régimen o algo para levantar el ánimo del pueblo, tan mustio. El último de todos ha sido brutal y yo pensé que nos llevaba a todos definitivamente por delante. Los días anteriores al 23-F se reprodujo la habitual gimnasia de los periódicos entregándose a su heroica con entrevistas a todo el mundo menos a Tejero, que fue descubierto a última hora asaltando Canarias en playeras. Y en la propia fecha lo que se vino a hacer, por aquello de la verosimilitud, fue retransmitir en directo el asalto al Congreso de 1981. Lo dio la Ser, El Mundo y El País, que volvió a publicar aquella famosa portada suya. Quiere decirse que cualquiera que se haya despertado despistado el miércoles bien pudo volver a meterse en cama. Sin embargo el colmo fue que los protagonistas volvieran al Congreso, e incluso el presidente de entonces, Landelino Lavilla, cogiese de nuevo el micrófono. Nunca estuvo tanto este país a merced de un golpe de Estado como esta semana, porque si entran en ese momento unos guardias civiles pegando tiros allí se les hace la ola antes de tirarse todos de los escaños entre risas a esperar a que aparezca el Rey por la tele, que no tiene otra cosa que hacer la tele ahora en España que sacar al Rey con la audiencia de risa que les da en Navidad.